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Hambre, guerra, sida, epidemias, catástrofes naturales son, entre otros, los principales problemas que asuelan al África y la convierten en el continente castigado. Para muchos millones de personas sobrevivir hasta el día siguiente es el reto cotidiano. Es el rostro negro de África, el más difundido y el más conocido. Hay otro rostro, el de la esperanza, el que se va esculpiendo día a día cuando se acaba una guerra, se inicia una nueva democracia, se abre una escuela o se inaugura un dispensario. La iglesia es la articuladora del potencial humano y promotora de esperanza en África.


ÁFRICA DOLORIDA

Muchos africanos se quejan de que la imagen difundida de África siempre es la de Las catástrofes: hambrunas, guerras, masacres, refugiados, SIDA, corrupción..., pero esto no lo inventan los periodistas: está ahí, es una realidad sangrante.
Las catástrofes naturales se han cebado en las dos últimas décadas en el continente negro, que ha sufrido las peores sequías e inundaciones del último siglo.
En África hay actualmente 17 guerras activas. De muchas ni tenemos noticia: son los conflictos olvidados que se nutren de muertos que no importan a los países desarrollados. Guerras tribales y fronterizas, guerras fraticidas y salvajes, guerras de intereses y guerras inexplicables. Mozambique, Angola y Sierra Leona, esta última a causa del control de los diamantes. Durante una década se han enfrentado las fuerzas del gobierno con la guerrilla. Ha sido una guerra especialmente cruel y conocida en Occidente por la utilización de los niños soldados en ambos bandos. Eran raptados a sus familias y convertidos, con drogas y terror, en máquinas de matar; los obligaban a matar a alguno de sus familiares como primer paso para que luego fuesen capaces de hacer innombrables atrocidades.

Otro problema serio es la corrupción de muchos de sus gobiernos. Dirigentes demasiado ocupados en acumular poder y riqueza se desentienden de las necesidades del pueblo y de la defensa de sus derechos. Esta es la causa de lo que ONGs y Estados de todo el mundo vienen denunciando con insistencia: que la ayuda internacional no sirve para nada en países en los que existe la corrupción. Gran parte de esas ayudas son desviadas fraudulentamente y nunca llegan al pueblo; los políticos las invierten a su nombre en países extranjeros o las dedican a la compra de armamento para alimentar las guerras. Y hay que tener en cuenta que la ayuda internacional representa un importante porcentaje del presupuesto de muchos países. Es el 20% en Mauritania, Malí y Uganda; el 50% en Tanzania y el 66 % en Mozambique.

La incompetencia de los gobiernos impide luchar contra la principal causa de muerte en África: el SIDA. Las cifras de esta plaga son alarmantes: 28,1 millones de personas están infectadas o padecen una enfermedad.
Todo ello provoca que se haya reducido la expectativa de vida en 20 años en los nueve países que tienen un 10% de la población infectada: Sudáfrica, Botswana, Kenya, Mala¬wi, Mozambique, Namibia, Ruanda, Congo y Zimbabwe.



ÁFRICA ESPERANZADA

También existe el África silenciada, o que no es noticia, la que esta alumbrando con dolores de parto un futuro de dignidad. Es el continente de las enormes riquezas naturales, de la grandeza y dignidad de sus gentes, la de impresionan¬tes valores y tradiciones, la del arte y música sorprenden¬tes, la de una vitalidad apabullante, la de la religiosidad profunda y sentida, la de la vida sacrificada y del esfuerzo continuo por vivir y superarse en medio de las catástrofes.

Es el África de personalidades magníficas como Nelson Mandela, que se juegan la vida por la dignidad, la igualdad y la libertad de su pueblo o la dé científicos, algunos desconocidos premios Nóbel, que son signo de otros muchos hombres y mujeres que ponen lo mejor de si mis¬mos al servicio de los demás. Es el África donde la llama del cristianismo prende con fuerza e ilumina cada día a más corazones, por el trabajo y el amor de incontables misioneros, los únicos que no han dejado solo al pueblo cuando quedaba a la intemperie azotado por cataclismos y guerras.

África lleva sí la semilla de la resurrección, sita solidaridad, ayuda autentica que llegue al pueblo, que haga cambiar la mentalidad y las acciones de muchos de su dirigentes: nos necesita a nosotros, como nosotros los necesitamos a ellos, pues sólo unidos podremos ser todos felices.



LA IGLESIA, FAMILIA DE DIOS: FERMENTO PARA UN FUTURO DE SALVACIÓN EN ÁFRICA

Celebrado en el mes de abril de 1994, el Sínodo especial para África usó profusamente la imagen de la “familia de Dios”¬para expresar de manera eficaz y significativa lo que la Igle¬sia misma entiende que es este continente. Conscientes de que la familia es para todos los pueblos africanos el lugar donde el valor sagrado de la vida viene a la luz, donde se le cultiva y protege y donde toda persona encuentra su identidad y se siente en casa. EL icono de la Iglesia-familia de Dios ha sido oficialmente reconocido como una “expresión de la naturaleza de La Iglesia especialmente adecuada para África, pues pone el énfasis en la premura por el otro, en la solidaridad, en el calor de las relaciones, en la acogida, en el diálogo y en la confianza”(EIAF 63). Es en África especialmente donde la Iglesia podrá ganar credibili¬dad a los ojos de la gente, con tal que sepa estar cercana a los problemas concretos de cada pueblo respetando la identidad africana y luchando al lado de los más pobres. En otras palabras, la Iglesia en África desarrollará su función verdadera de cooperadora de la salvación únicamente si sabe expresar en plenitud y verdad su vocación de familia de Dios.


Iglesia-Familia de para inculturar el Evangelio
El tema de la inculturación del Evangelio en África ha sido indudablemente de importancia fundamental en el contexto de las discusiones sinodales. En el pasado, en los años del Concilio, se discutía sobre su oportunidad o posibilidad.

Hoy nos preguntamos solo sobre "cómo" debe realizarse y no queda margen para la perplejidad o el titubeo cuando compartimos la afirmación de que no hay evangelización y verdadera experiencia de salvación sin inculturación. De estas premisas fundamentales nacen algunas exigencias de una metodología misionera diversa:

- La experiencia religiosa africana se convierte en el lugar teológico privilegiado para afrontar de forma seria le evangelización en África. No si puede prescindir de ella, como no se pueden ignorar las religiones tradicionales africanas con su sentido especifico de Dios, del mas allá, de la mediación de los antepasados. La religión, según la experiencia africana, no este codificada en libros ni se especifica con claras normas culturales. En general se expresa espontáneamente en la vida concreta de los individuos, de la familia y el clan. Al evangelizador si le exigirá empatía para percibir esa realidad religiosa, esfuerzo para rastrear las semillas del Verbo y mucha capacidad de escucha.

- La inculturación "incluye todos los ámbitos de la vida de la Iglesia y de la evangelización: teología, liturgia, vida y estructura de la Iglesia" (62). Todas las expresiones de la vida y de la comunidad cristiana deben situarse en la índole religiosa y cultural propia de África. No se puede olvidar que este empeño implica un discernimiento.

- Hablar de inculturación significará también tomar en seria consideración el elemento comunitario, según el celebre principio de un filósofo africano: “Yo soy porque nosotros somos y, puesto que nosotros somos, yo soy” (J. Mbiti). Ignorar a comunidad es ignorar la peculiaridad africana.

- La evangelización incultura da no será, por consiguiente, una simple y pura propuesta de fe cristiana, sino mas bien una llamada a la conversión, a la transformación, a pasar de lo viejo a lo nuevo según las palabras de Jesús: "EL Hi¬jo del hombre no ha venido para abolir sino para perfeccionar"(cf.Mt 5,17).


Iglesia-familia de Dios en diálogo
El diálogo es uno de los elementos indispensables para el crecimiento y el bienestar de la familia humana. Sin dialogo, las relaciones humanas se enfrían y mueren, diálogo y comunicación constituyen para a gente de África el espacio ideal para el crecimiento de los lazos familiares, para la transmisión de los valores tradicionales y para reforzar la solidaridad. Del mismo modo, sin comunicación y diálogo la Iglesia no podría ser ella misma, justamente porque es familia y comunión. Además, sin la utilización de los medios de comunicación social, la propia misión evangelizadora de la Iglesia resultaría baldía.

Consciente del valor de a comunicación para a evangelización y de la expresión oral para la sociedad africana, la Iglesia de Africa siente la necesidad de valorar lo mejor posible el anuncio y toda forma de comunicación oral. La Iglesia encuentra el fundamento principal de una fructífera comunicación del mensaje de la salvación en “Jesús, el comunicador por excelencia, que a quienes creen en él les comunica la ver¬dad, la vida y el amor compartido con el Padre celestial y con el Espíritu Santo" (122). Otro elemento fundamental de la comunicación son los medios tradicionales africanos, que deben ser valorados en consonancia con los descubrimientos modernos de la comunicación. Tales son el canto y la música, el teatro y el mimo, los reato y los proverbios.

Los medios de comunicación desempeñan una función un importantísima en el desarrollo económico de las naciones y en la evolución social de la humanidad, la posibilidad de informar y de ser informados forma parte también de la declaración universal de los derechos humanos. Conscientes de la responsabilidad que incumbe a todos sobre el uso co¬rrecto de los medios de comunicación, la Iglesia se compromete a:

- acompañar con una actitud positiva el desarrollo de los medios de comunicación y a vigilar para que África no se quede al margen del uso de esos medios;

- hacer que el uso de los medios modernos de comunicación no dañe los valores tradicionales de la cultura africana y no cree nuevas discriminaciones en detrimento de las clases mas pobres;

- formar a la gente en el uso correcto de los medios modernos y en el sentido crítico de los contenidos que éstos transmiten;

- unir las fuerzas para dar vida a una cadena de información que sea respetuosa de los valores culturales y cristianos.


La Iglesia-familia de Dios deja oír su voz
Ante el trágico escenario que desgraciadamente ofrece la actual África, donde valores ancestrales son pisoteados y anu¬lados y la vida de tantos creyentes se ha convertido en abier¬ta negación del Evangelio de Cristo, la Iglesia ha querido que se oiga su voz, fuerte y clara, de madre, maestra y dispensadora de los misterios de la salvación. Esto ha sucedido de ma¬nera especial durante el sínodo de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar celebrado en Roma en octubre de 2000. El tema de esta Asamblea fue: “Iglesia-familia de Dios, lugar y sacramento de reconciliación, perdón y paz en África”, como continuación de los temas del Sínodo.

La actual África, afirman los obispos en un mensaje enviado a todas as personas de buena voluntad del continente, se ve desgraciadamente sacudida por los vientos gélidos de la intolerancia, la discriminación y el odio tribal, que están arra¬sando los valores seculares de los pueblos del continente. Situaciones de tragedia inaudita han sido creadas por hombres políticos sin escrúpulos en diversos países. Tales situaciones están causando grandes sufrimientos a los ciudadanos, privándolos de los derechos más elementales y provocando por todas partes hambre, epidemias y destrucciones. El desprecio de la vida y de la dignidad humana se manifiesta en la utili¬zación de los niños y de las niñas como combatientes en conflictos étnicos o de intereses particulares.

África está perdiendo poco a poco su identidad cultual, he¬rencia impagable de las pasadas generaciones. Los ancianos están perdiendo toda consideración, la solidaridad comunitaria se desvanece en un individualismo egoísta y la familia se ve privada de la función que el no lejano Sínodo especial para África había ilustrado altamente.

La culpa de estos trágicos acontecimientos hay que buscar¬la no sólo en el ámbito africano. Las grandes potencias del mundo parecen olvidarse de África y frecuentemente la utilizan para aprovecharse de sus recursos naturales y humanos en exclusiva ventaja propia y para imponerles el yugo cada vez mas pesado de la deuda.

Otro mal trágico, afirman los obispos, azota África, aunque sea de forma callada y poco evidente: el avance de la enfermedad del SIDA. Dos tercios de todos los afectados del mundo se encuentran en el Continente africano. Las costosas medicinas que alivian esta enfermedad son desgraciadamente inaccesibles para la mayor parte de los enfermos africanos, que se ven condenados a una muerte segura. A la denuncia clara de estos nuevos males de África sigue, en el mensaje de los obispos, una llamada a todas las Iglesias para que bus¬quen con empeño renovado la reconciliación, el perdón y la paz. Pero no de forma aislada, sino uniendo todos los esfuerzos de los fieles de otras religiones y de todas las personas de buena voluntad. Medios indispensables pan conseguir esos objetivos serán a Palabra de Dios, el testimonio del amor fraterno y la educación en la fraternidad, la práctica de la reconciliación y del ejercicio del perdón pedido y ofrecido a todos.

La llamada de los obispos no se ha limitado a la denuncia del mal, sino que ha querido invitar al mismo tiempo, a los creyentes y a las personas de buena voluntad a poner en marcha todo posible esfuerzo a fin de cambiar la dirección del camino y tender decididamente hacia los comunes objetivos de a justicia, de la reconciliación y de la paz como expresiones de la salvación que se realiza en este continente.


P. Jairo Calderón Benavides. I.M.C.

(Artículo extraído de: Revista “Iglesia misionera hoy” Nº 451 Octubre-Noviembre y Diciembre 2002. OMP Argentina)