Informe especial sobre el continente africano
Alpha Oumar Konaré, presidente
de la Comisión de la Unión Africana,
pronunció, a primeros de abril, una conferencia
en la universidad de Alcalá de Henares (España)
sobre los problemas actuales de África. Konaré,
ex presidente de Malí, doctor en Historia
y Arqueología, además de escritor,
cree que existen soluciones para los problemas de
África y que estas soluciones deben surgir
de los propios África nos, con raíces
bien ancladas en la Democratización del continente,
la educación, la integración social
y económica, y la prevención de los
conflictos.
Reproducimos sus palabras llenas de esperanza y
de realismo sobre el presente y el futuro del continente.
Hoy no es fácil creer en África con
todo lo que se escucha, con todo lo que se ve: conflictos,
sida, refugia-dos, inmigrantes... Por desgracia,
hay muchos conflictos que impiden el avance de nuestro
continente. África es el continente donde
el sida causa más muertos y ocasiona más
huérfanos. La malaria provoca también
muchas muertes, hay inse¬guridad alimentaria
y uno de cada cinco niños muere antes de
cumplir los cinco años. Por otra parte, en
nuestras televisiones sólo vemos a jóvenes
África nos que intentan emigrar. No es ninguna
fatalidad.
Se conocen las causas de la dramática situación
que acabo de describir. Como África nos,
tenemos gran parte de responsabilidad, debido al
mal gobierno, al déficit democrático
y a la mala gestión. Pero los países
que nos han acompañado durante medio siglo
de independencia no están exentos de culpa.
Sin embargo, desde hace algunos años los
africanos están haciendo oír su voz
para conseguir otro modo de administrar el continente.
Los jóvenes, las mujeres, los trabajadores
África nos quieren otra África y saben
que otra África es posible. Porque, cuando
se compara la situación de África
con la de algunos países de Asia –llamados
hoy dragones–, resulta que hace cuarenta o
cincuenta años nuestra situa¬ción
era mucho mejor. ¿Qué ha pasado? Sin
duda, esto se debe a problemas de opciones económicas
y políticas, e incluso al tipo de re¬lación
que hemos mantenido con otros países. De
hecho, África tiene más recursos minerales
y agrícolas que muchos de estos países.
La UA, una organización de integración
La UA (Unión Africana) nació de la
transfor¬mación de la OUA (Organización
para la Uni¬dad Africana), que existió
desde 1963 hasta 1999. ¿Por qué este
cambio? La OUA se creó poco después
de que muchos países África nos proclamaran
su independencia. Había riesgos de conflictos
fratricidas y, para evitarlos, se creó una
unión llamada Organización para la
Unidad Africana. Pero esta unión se realizó
sobre unas bases mínimas. Había quienes
querían ir más lejos en materia de
integración; proponían incluso un
Gobierno, un ejército e instituciones continentales.
Lideraba esta opción el presidente de Ghana,
Kwame Nkrumah. Otros deseaban una simple organización
de cooperación intergu¬bernamental. Triunfó
esta última línea.
Se creó así una organización
de solidaridad y de cooperación intergubernamental,
no una organización de integración.
Los objetivos de la OUA eran completar la libe-ración
del continente y la lucha contra el apartheid. Cuando
surgieron los conflictos y se agudizaron los problemas
económicos, la OUA no supo resolverlos. Tampoco
supo afrontar los problemas de desarrollo y la consolidación
de la democracia. En 1999 la historia se aceleró
y creamos la UA.
Como he dicho, la OUA era una organización
de cooperación y de solidaridad intergubernamental.
En cambio la UA es una organización de integración.
La UA se ha dotado de un cierto número de
instituciones, entre ellas la Comisión, que
es prácticamente su Go¬bierno. Tiene
un Parlamento Panafricano, un Tribunal de Justicia,
un Consejo Económico, Social y Cultural.
Se está gestionando la creación de
algunas instituciones financieras como un Banco
Central África no, un Fondo Monetario África
no y un Banco África no de Inversión.
Hay otro importante elemento de diferen¬cia:
la OUA hablaba de no-injerencia en los asuntos internos
de los países y de respeto de las fronteras.
Hoy hablamos de no-indiferencia, que es una injerencia
cortés y solidaria.
El salto de la OUA a la UA se ha podido hacer, porque
nos di¬mos cuenta de que, a pesar de contar
con 53 países, no teníamos ninguna
posibilidad de que se nos tuviera en cuenta y se
nos escuchara. Para hacer frente a las grandes potencias
y a las multinacionales, para tener más peso,
era indispensable iniciar el camino para la transformación
de los 53 países en uno solo. Porque, en
realidad, uno de los objetivos de la UA es llegar
en el futuro a una federación de los Estados
Unidos de África.
Estamos caminando hacia la creación de un
gran país que se llamará África,
y cuyos ciudadanos serán unos ciudadanos
Africanos. Ese es el futuro de nuestro continente.
Hemos constatado que el Estado-Nación no
pervive en África a causa del carácter
artificial de los Estados y que, en cambio, debemos
ir hacia una federación de Estados.
Por supuesto, este camino no es fácil. Hay
países que quieren preservar su soberanía
y que todavía no ceden poderes que necesita
la Comisión para avanzar. La marcha debe
hacerse de modo colectivo. Los grandes países
en África no pueden desempeñar el
papel de gendarme. Debemos administrar juntos la
seguridad y las relaciones exteriores. La fuerza
de África se encuentra en su unidad. De hecho,
tenemos cada vez más relaciones conjuntas
con China, la India, Brasil y Japón.
África es un continente, pero un continente
que quiere convertirse en un país, en un
continente-país. Sólo así podremos
desarrollarnos, iniciar la industrialización
y la transformación de las materias primas.
Uno de nuestros dramas es que nuestras materias
primas se venden a unos precios que nosotros no
fijamos. No se valoran suficientemente. Pero con
un África convertida en un país tendremos
el mercado que nos hace falta para garantizar la
transformación y la venta de nuestros productos.
Hoy los 53 países África nos tienen
capacidad para impedir que la Asamblea General de
la ONU adopte o no una decisión. No existe
capacidad de negociación y de representación
en los países África nos aisladamente,
sino en un país que se llame África.
La creación de la UA se ha realizado también
partiendo de nuevos valo¬res. Uno de los principales
principios de la UA es el papel de la sociedad civil.
Durante muchos años, nuestros Gobiernos no
han contado con la sociedad civil. Sin embargo,
es la que permite la expresión de una opinión
pública que controla a los Gobiernos. En
un país. si no hay opinión pública,
no hay democracia.
Otro elemento importante para la UA es el papel
de la mujer. Soy presidente de una comisión
de 10 miembros: 5 hombres y 5 mujeres. Hemos inscrito
la paridad en nuestra Carta, porque estarnos convencidos
de que el acceso de las mujeres al poder en África
es muy importante para la transformación
de nuestro continente. La liberación de las
mujeres por sí mismas, por su participación,
será uno de los elementos claves del avance
democrático en nuestros países.
Hay también otro elemen¬to no menos importante
que es el papel de la diáspora África
na hoy. Cada año, cer¬ca de 70.000 profesionales
África nos, entre ellos más de 25.000
titulados universita¬rios, se marchan de África.
Los recursos humanos que África no tiene
en el conti¬nente se encuentran fuera. Es preciso
que África tenga en cuenta a su diáspora.
No puede desarrollarse sin ella. En algunos de los
debates que hemos tenido en el seno de
la UA, algunos han sugerido hacer de la diáspora
la sexta región de África. Porque
tenemos cinco grandes regiones económicas:
la Unión del Magreb. la CEDEAO (Comunidad
Económica de Estados del África Occidental),
la CEAC (Comunidad Económica del África
Central), la COMESA (Mercado Común del Este
y Sur de África ) y la SADC (Comunidad de
Desarrollo del África Austral). La diáspora
no es hoy parte de África. Hay que encontrar
los medios para que los África nos del exterior
contribuyan al desarrollo del continente.
Solidaridad internacional
Si África no se desarrolla, puede convertirse
en un peligro para el mundo entero. Pero preferirnos
no ver a África como un peligro, sino como
algo positivo. África puede ser una ventaja
para el mundo por varias razones: por su historia,
su cultura, su solidaridad, su sentido del hombre
y su hospitalidad.
A menudo nos preguntan si querernos ser como Europa.
No querernos parecernos a nadie. Querernos ser nosotros
mismos, explotar nuestros recursos, asegurar nuestro
desarrollo, ser responsables de nuestro destino.
El programa de desarrollo de África no se
hará en Londres, Nueva York o París.
Se hará en África por los mismos África
nos, y nosotros lo ejecutaremos. No se trata de
recuperar el tiempo perdido, sino de resolver los
problemas esenciales a los que se enfrentan nuestras
poblaciones. Es decir, crear un ambiente de paz
y armonioso, en el que el otro no sea un enemigo.
Naturalmente, necesitarnos recursos. Hoy, con nuestros
medios no podemos hacer frente a la situación.
Por eso, hemos propuesto un nuevo Partenariado,
en el cual hemos resaltado sectores que nos parecen
importantes: la paz, la seguridad, el buen gobierno,
la energía, la educación, la sanidad,
las infraestructuras, las nuevas tecnologías,
la industrialización del continente.
Si querernos cambiar el destino de África,
hay que llevar a cabo grandes obras: una carretera
de Dakar a Yibuti, una carretera o un ferrocarril
de ciudad del Cabo a El Cairo... Si logramos construir
la presa de 1nga, tendremos energía eléctrica
para todo el continente. Actualmente, no hay agua
en el lago Chad; pero este problema se puede resolver
trasvasando el siete o el diez por ciento del agua
del río Ubangui Chari.
África tiene derecho a pedir la solidaridad.
Cuando se acabó la Segunda Guerra Mundial,
Europa se benefició del Plan Marshall. Alemania
del Este se benefició de la ayuda de Alemania
del Oeste. A África le han hecho muchas promesas.
Cuando pedimos que se incrementara la solidaridad,
nos prometieron que la ayuda pública al desarrollo
iba a ser del 0,7 por ciento. En julio del año
pasado, se volvió a repetir lo mismo que
se prometió hace 25 años. Se ha dicho
que se va a condonar la deuda de 14 países
África nos; pero ha habido muy pocos avances
hasta ahora.
En 2005 la ONU quiso verificar el compromiso que
se había tomado en 2000 para cam¬biar
algunas situaciones en África hasta 2015.
Se llegó a la conclusión de que, si
las cosas siguieran así, no se cumplirían
los Objetivos del Milenio hasta dentro de cien años.
Si hubiera habido algo de justicia en la solidaridad,
eso nos habría ayudado mucho. ¿Justicia
en qué? En el precio de nuestras materias
primas, por ejemplo. Si se pagaran las materias
primas a su justo valor, no habría habido
problema. Justicia también en el modo de
administrar la ayuda. Se sabe que, actualmente,
el 60 por ciento de la ayuda regresa a los países
donantes y que 40 por ciento del ahorro de África
se encuentra en bancos fuera del continente.
Evidentemente, debemos crear las condiciones para
una buena gestión, un buen gobierno, una
liberalización de las iniciativas, una mayor
participación de la población en nuestros
asuntos, para que haya paz en nuestros países.
La cuestión de la paz es fundamental. Es
escandaloso el dinero que gastan los países
en la compra de armamento, cuando lo podían
invertir en desarrollo.
Grandes posibilidades
A pesar de todo, tenemos muchos recursos. Pero,
además, tenemos un gran país: África
es un gran país con más de 30 millones
de kilómetros cuadrados. Se estima que, dentro
de 30 años, África será la
segunda o la tercera potencia en número de
habitante, detrás de la India y de China.
Los africanos seremos casi 1.500 millones. En 2050,
por lo menos seis países África nos
tendrán más de 100 millones de habitantes:
Nigeria 250 millones, la República Democrática
de Congo 180, Etiopía 150, Egipto 130 y Uganda
más de 100. Además, contaremos con
la población más joven del mundo.
Y esto es una ventaja.
Dentro de 25 o 30 años, seremos la mayor
obra del mundo, porque en África hay que
hacerlo casi todo. Seremos casi el más mercado
del mundo. No puede haber futuro sin nosotros, sin
nuestras materias primas, sin nuestra juventud,
sin un medio ambiente equi¬librado en África.
Hoy, la situación es dura, muy dura; pero
no hay futuro sin África. Si la situación
en África sigue degradándose, ningún
continente estará a salvo. Menos aún
nuestros vecinos europeos, porque están al
lado. Ningún visado ni muro podrá
detener a 1.500 millones de pobres que no tienen
un dólar al día para comer. No hay
que hacerse ilusiones. Basta con ver a los jóvenes
que intentan pasar las vallas y que dicen: "A
pesar de todo, iré a Europa". No quieren
morir y están determinados a luchar para
sobrevivir.
Actualmente, hay muchos jóvenes que rechazan
la fatalidad, mujeres que se hacen cargo de sí
mismas, trabajadores que quieren mejorar sus condiciones
de vida. Saben que hay problemas de gestión,
pero no quieren que el continente siga así.
Este continente tiene indiscutiblemente un futuro.
Pero, antes, los africanos debemos estar convencidos
de que somos los primeros responsables de nuestro
destino.
Población total 936.499.59 (100%)
Distribución por Religiones
Religiones Tradicionales 232.218.148 (24,90%)
Católicos 159.909.012 (17,08%)
Otros Cristianos 166.020.404 (17,08%)
Artículo de la Revista “Iglesia
sin fronteras”. Nº 291.Colombia. Agosto.
2006
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